Septiembre 1949

Boletín Salesiano. Septiembre 1949 MARIA AUXILIADORA Y SAN JUAN HOSCO Anecdotarlo breve espigado en las «Memorias biográficas» del Santo CONTRA LAS TEXTA(IONES «¿Queréis conservar la virtud de la Santa Pureza? —decía San Juan Bosco—. Haceos familiar el uso de jaculatorias.» Y añadía: •Cuando os sintáis tentados, dirigid al porto vuestros ojos a Alaria, y exclamad: «¡Madre mía ainnntísima, ayúdame!» O bien decid la oración que pono en boca de los cristianos la Iglesia: «Santa María. Madre dePios, ruega por mí, pecador, ahora y en la hora de mi muerte.» V si no, haced la Señal de la Cruz, tan olvidada por los cristianos y a la ‘quo no se da la importancia que tiene. Os aseguro que si pedís uno, el Señor os dará diez. Si aun queréis más, pedid esta virtud en la Santa Misa durante la Elevación. ¡Ah, mis queridos jóvenes!, creedme, si le pedís al Señor esta gracia en aquel momento tan solemne, de fijo os la concederá.» (M. B. de San Juan Bosco, Vil, 83.) INCRE DI LO CONVERTIDO Una señora fuese a lamentar con San Juan Bosco, pues su esposo era un incrédulo, y un hijito suyo se hallaba completamente privado do la palabra. El Santo la consoló como mejor piulo y le recomendó la novena a María Auxiliadora. La mujer volvió a su casa y refirió la escena a su marido, quien montó en cólera y se desató en improperios contra los sacerdotes y en blasfemias contra Dios. Durante la comida volvióse a hablar de lo mismo, y mientras el padre continuaba diciendo disparates, el hijo gritó: «Papá, papá.» Era la primera vez que oían su voz. El padre, sorprendido, pero no convencido, so retiró a su habitación. A la mañana siguiente presentóse a San Juan Bosco y le dijo claramente que no creía en los curas. «¡Oh! —díjolo el Santo—, si no me creo como sacerdote, créame, por lo monos, como amigo.» Luego, poco a poco, fuele convenciendo de tal modo, que aquel señor concluyó por confesarse con él. (M. B. do San Juan Bosco, XIV, 414.) MEDICO CELESTIAL En cierta ocasión presentósele a San Juan Bosco una señorita que le dijo: «He oído decir que hace usted muchas curaciones. Mi padre, doctor en Medicina, me ha hecho visitar por muchos médicos de París y de Inglaterra; pero sus remedios para nada me han servicio.» El Santo le respondió que no era él, sino María Auxiliadora, quien obraba las curaciones. Y como la señorita mostraba algún temor de encomendarse a la Virgen, pues era protestante, el Santo la animó, diciendo: «Tenga fe y confianza en la Madre de Dios, récelo con fervor derante nueve días y María Auxiliadora la curará.» Pocos días después el Santo veía presentársele de nuevo a la jovsn completamente curada y acompañada por su padre, quien, lleno de gratitud, entregó cinco mil francos en oro para los niños pobres de Don Bosco. (M. B. de San Juan Bosco, XV, 507.) AVISO OPORTUNO El día 9 de enero de 1862, a las nueve de la noche, tres alumnos del Oratorio de Val-docco que se habían retirado a descansar antes que los demás, tenían una conversación poco buena, cuando oyeron una como sacudida de terremoto acompañada de silbidos de viento impetuoso. Poco después entró en el dormitorio un globo de fuego que lo recorrió todo. AI llegar al centro se descompuso en multitud de llainecitas que se diseminaron por toda la sala, iluminándola profusamente. Después, juntándose de nuevo en un solo globo, salieren por la ventana. El espanto que se apoderó de los tres muchachos fué enorme. La noticia de este suceso se difundió rápidamente por toda la casa, pues fueron varios los testigos del mismo. San Juan Bosco